Hay sueños que nunca parece cumplirse. Sueños que siempre
rondan tu cabeza. Una y otra vez. Puede que ese pequeño niño pícaro de siempre esconda
más de lo que deja ver. Puede que ese cascarón roto por dentro sueñe con
encontrar la estabilidad del alma que destroza su pequeño corazón roto.
Nunca eres consciente de la consecuencia de tus actos hasta
que te das cuenta de los pequeños detalles, pequeñas fracturas en el camino de
la vida que en el momento no tienen importancia pero tienen una importancia
crucial en la misma. ¡Vaya que si la tiene! Qué difícil es olvidar todo aquello
que nunca acabo, cerrar todo lo que no quieres cerrar, pero te ves obligado a
cerrarlo. Es jodido pero el aquel niño, aunque parezca asustado puede
conseguirlo.
Puede que no sepas lo que vales, que no alcances a
visualizar lo que todos los que te rodean ven en ti, puede que seas totalmente
incapaz de mirarte como deberías, pero debes confiar en el paso que estás
dando. El paso firme que sigues y como todos pajarillos del destino te están
persiguiendo. ¡Disfruta de todo lo que te rodea, de la noche y del día, deja
salir a ese leoncillo que quieres reprimir, deja que sea libre y feliz! Con sus
sueños, con sus miedos, con sus pasiones… déjalo salir y no le culpabilices
cada vez que te domina porque él es una parte más de ti.
Disfruta de las feromonas que tienes y compínchate con ellas
para disfrutar al máximo, es una virtud que tienes que controlar, pero no esconder…
Puede que abras los ojos y veas ese pedazo de hombre en el que te has
convertido.